
El título que bautiza este post es la frase que muchos de vosotros me habéis ido mandando desde que decidí pasar del rubio al blanco. A este rezo le seguían otras del tipo “he visto gente con el pelo así por la calle y no me convencen pero te queda guay y me he animado a hacérmelo”, “siempre he pensado en tener el pelo blanco pero cuando ya me había decidido… dije ¡no! Me entró el pánico”, “me gusta mucho cómo lo tienes, ¿dónde te lo han hecho?”, “el miedo que tengo es que me lo quemen”… Cuando uno se somete a un cambio tan radical y empieza a leer frases de este tipo… ¡se viene arriba! Es cierto que también he oído algunos “te queda fatal, no me gusta nada”, pero mientras esas personas seguían observando, al rato, cambiaban de opinión. Aunque, sinceramente, guste o no guste, quien tiene que estar contento con el cambio es uno mismo, pero, siendo sinceros, si hay un apoyo casi multitudinario es mucho más fácil hacerse a la idea. Dicho esto, hoy os voy a contar como fue ese cambio. Yo también le dije a mi peluquera Andrea Villalobos, de Cortacabeza, “quiero tener el pelo blanco, no amarillo pollo, gracias”, y mis comienzos no fueron tan fáciles. También tuve dudas, miedo, ¡cancelé hasta una cita! Con todo lo que ello supone para una peluquería… Vale, ya no me alargo más. Señores, señoras (que seguro que hay alguna por ahí leyendo este post) ¡Esta es mi historia! Pero en vez de contarlo desde mi punto de vista, The Adonis Lab se convierte en la voz de Andrea Villalobos, la artífice de un cambio que os animo a instaurar sobre vuestra linda cabellera…
(más…)